Visiones sobre el pequeño país que guarda las puertas del mundo nórdico. Dinamarca te recibe a su manera y nunca está de más saber una cuantas cosas para empezar.

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martes, 15 de febrero de 2011

Los raíles del futuro

No es el laberinto de Nueva York ni lo respaldan más de 150 años de historia como en Londres, pero el metro de Copenhague tiene algo especial. Algo que hace enloquecer los flashes y el vídeo de los teléfonos. Funciona sin manos. A los que somos de pueblo, y a la mayoría de los urbanitas, nos deja la boca abierta. Parece que nos hemos metido en el subsuelo del futuro y que Marty McFly va a bajarse en la siguiente parada con su monopatín volador. Es como si estuviéramos dentro de un gigantesco acelerador de partículas...


Por supuesto, el vídeo es mío. Imposible resistirse a la tentación cuando te encuentras sentado frente al cristal delantero y ante ti solo tienes la velocidad del túnel.

La capital danesa comparte este capricho con París, Rennes, Lille, Lyon y Toulouse, en Francia, la capital de Hungría y Nüremberg, en Alemania. Desde hace poco Barcelona cuenta también con algunos de estos modernos trenes y parece que Bilbao planea lo mismo para su futura línea 3. Fuera de Europa lo disfrutan también varias ciudades y algunas de las urbes más lujosas del mundo luchan por tener el recorrido más largo, un récord que actualmente ostenta Dubai.

El metro de Copenhague se encuentra en plena etapa de crecimiento, algo normal si se tiene en cuenta lo nuevo que es. Liva y Betty (así bautizaron los frikipolíticos a las tuneladoras que se encargaron de los trabajos) empezaron a romper el subsuelo de la ciudad en 1998. El 25 de mayo de 2003 los trenes comenzaron a circular, aunque la inauguración oficial a cargo de la reina tuvo lugar 4 días después.

Y como es tan joven, aún le falta bastante para llegar a ser un gran medio de transporte. El que venga acostumbrado a moverse por Madrid que se olvide aquí. De momento solo existen dos líneas (la M1 y la M2) que, además, transcurren unidas durante la mitad del trayecto para bifurcarse en la isla de Amager. Son 22 estaciones a lo largo de unos 20 kilómetros de líneas, subterráneas en el centro de la ciudad (entre Fasanvej, al oeste, e Islands Brygge y Lergravsparken, al sur) y al aire libre lejos del casco urbano.


Eso sí, está abierto 24 horas al día y 365 días al año, lo que le da un plus que pocos transportes tienen.

En la actualidad se está trabajando para abrir 17 nuevas estaciones alrededor de una línea circular que mejorá mucho las comunicaciones para algunos barrios como Nørrebro, donde se concentra buena parte de la población inmigrante.

Y ya para acabar con este post de hoy vamos con el tema de los billetes. NUNCA hay que comprar un ticket individual, pero SIEMPRE hay que comprar algo. No vayamos de listillos que aquí las multas acechan en cada estación.

Un billete individual entre 2 zonas cuesta 24 coronas (unos 3 euros) pero el bono de 10 rebaja el precio hasta los 2 euros por cada ticket. Un pase de 24 horas con viajes ilimitados son 70 coronas y uno de 3 días suma 180. Lo que más compensa es hacerse el bono mensual (40 euros y viajes ilimitados en 2 zonas), así que si vienes a quedarte, ya sabes.

Eso sí, se debe prestar mucha atención a la zona en la que te encuentras. La mayor parte del metro transcurre en zona 1 (el centro), y después en zona 2 y 3. Pero ojo, porque la estación del aeropuerto (sólo esa) se sitúa en zona 4, por lo que hay que pagar más. Y suelen estar atentos para que cumplas.. y si no, multa de 700 coronas.

Lo mejor que tiene, sin duda, es que te lleva a casa sin importar la hora que sea...
martes, 8 de febrero de 2011

Un Estado para pagarles a todos



Los daneses están cagados con su estado de bienestar. Tienen miedo de perderlo con esto de la crisis que les dicen que hay al sur de Alemania. Y no es para menos. Aquí no hablamos de que les vayan a quitar un cheque bebé o la ayuda para los empastes. Aquí hay en juego cosas más serias.

Cada familia recibe 600 euros al mes por niño hasta los 3 años y después la ayuda se reduce a 400 hasta que el chaval se hace mayor de edad. Después, la uni gratis y 900 eurillos para el bolsillo durante 6 años más. Tonterías. Ah, y las guarderías también entran en el pack.

Estos días hay en la calle un debate made in Spain. Les quieren subir la edad de jubilación. Abajo nos quedamos tan tranquilos. Aunque la verdad, dirán muchos, esperar un poco más para cobrar 500 papeles al mes como cobra mi abuela... Pero aquí, en el norte, nada de eso, hagas lo que hagas durante tu vida a partir de los 65 tienes asegurada una buena pasta cada mes. Y están que trinan.

Claro, que todo lo pagan bien pagado con sus impuestos. Hasta un 60% del sueldo se dejan los más ricos, mientras que el resto de los mortales se conforma con un 40. Aunque es más fácil de llevar con un mínimo de 12 euros la hora (a cuántos nos han llegado a pagar 2 o 3 en España).

En fin, que ahora están todos atentos porque uno de sus bancos ha quebrado. Concretamente AmagerBanken, el 11º del país. Y como explican bien en Nada es gratis no se han visto ni millones en ayudas ni grandes disgustos en el gobierno. Cualquiera le dice a la gente que le van a quitar la subvención para el fisioterapeuta y se la van a dar a unos que estaban forraos. Al final, el Estado se ha comprado el banco y más negocio para el saco.

No vamos a entrar, ni lo hemos hecho, en grandes análisis económicos para cerrar, más que nada porque no sé hacerlos. Es más una visión sobre dos caras muy distintas de un mismo sistema. Y mientras tanto, un país en el que vive tanta gente como en Madrid aguanta el tirón mejor que el resto.
Y gracias a una gran desconocida como la bicicleta nadie se arriesga a que se le caiga la piel a tiras nada más bajar a la calle.

Esto último no pega demasiado, lo sé. Pero visto lo visto en casa, tenía que decir algo.
miércoles, 2 de febrero de 2011

Vamos a desmontar un símbolo


Tenía yo 3 o 4 años cuando me llevaron al cine a ver La Sirenita. Y puedo decir, sin temor, que Ariel fue la primera en una larga lista de amores platónicos. Claro, no había oído hablar de Hans Christian Andersen (aunque no tardaría mucho) ni me daba cuenta de que lo del cine era más de mentira que de verdad. Me parecía fascinante que existiese un ser así.

Los daneses también aman a su sirenita. Sentada sobre una roca, la Little Mermaid (en inglés) o Den lille havfrue (en danés) tiene encandilados a los kobmendenses (copenhaguenses para los amigos). Pero esto, en cambio, no lo entiendo. Y es que la figura ni es fascinante ni se le acerca.

A la entrada del puerto, rodeada por unos pocos barcos de recreo y con unas cuantas chimeneas y un buque de la Armada como telón de fondo. Así se presenta el tesoro de Dinamarca. Cuando se la llevaron el año pasado a la Expo de Shangai la gente se echó a la calle a protestar. Y lo mismo cuando volvió a casa casi un año después (aunque con buen rollito, claro).

Por encima, tiene piernas. Ni rastro de escamas. Ni de ese sujetador con conchas de vieira que a mí tanto me gustaba...

La idea de la estatua nació de una familia danesa que quizá se merezca más la reverencia del mundo. Los Jacobsen, más conocidos como los “inventores” de la famosa cerveza Carlsberg. Fue Carl, el controvertido hijo del fundador (la historia de esta birra también tiene tela, pero queda para otro día) quien, en 1909, le encargó al escultor Edvard Eriksen que modelase la figura basándose en la historia de Andersen y en el cuerpo de una bailarina de ballet que le hacía tilín.

En 1913 quedó inaugurada la estatua en bronce de 75 kilos de peso y poco más de un metro de altura. Y de ahí, al estrellato.

Sin embargo, su vida no fue fácil. La mujercita soportó de todo. Botes de pintura, brazos rotos y ¡hasta tres decapitaciones! Y de la primera de ellas nunca se llegó a encontrar la cabeza. Se especula por estas tierras con que un artista un tanto radical, Jorgen Nash, se la arrancó y la mandó días después en una caja al museo de arte de la ciudad acompañada de una nota. “No abrir hasta que yo deje este mundo”. Pero el hombre estiró la pata en 2004 y de la metálica sesera, ni rastro.

Sorprende cómo los círculos se cierran a veces de forma inesperada. Tuve que venir a esta esquina del planeta para desencantarme de mi primer amor platónico. Después de 20 años.
lunes, 31 de enero de 2011

Como siempre, desde el principio


La gente del norte es rubia, alta, inteligente... Viven mejor que nosotros y no lo ocultan cuando nos visitan. ¡Y llevan sandalias con calcetines! Poco más sabía uno cuando aterrizaba hace meses en el aeropuerto de Copenhague, capital de Dinamarca. Era el principio de algo que todavía no se sabe muy bien a dónde va.
Pero el país vikingo no es solo mi principio, si no también el de la Europa del hielo. Un gran territorio que esconde gentes y culturas que poco tienen que ver con los prototipos de las pelis del destape.

En fin, aunque parezca lo contrario esto no pretende ser un blog más de Erasmus (con todo el respeto del mundo por esa maravillosa beca) ni un intento de página de viajes. Solo se intentarán reflejar las extrañas ideas que se le ocurren a uno cuando intenta a emigrar sin tener que. Y consejos. Muchos consejos para todos aquellos que decidan venir a este increible y extraño país al borde del "polo Norte".

Quedáis todos bienvenidos a este recuncho. Que en gallego viene a significar esquina, pero también escondite. Sí, soy gallego y me gusta el pulpo y la empanada, y lo de marcharnos lejos de casa lo llevamos en la sangre. Pero intentemos que los estereotipos no tengan más sitio en este blog. Bueno, basta por hoy.

*Por cierto, la foto es del puente de Øresund, que une Copenhague con la ciudad sueca de Malmö a través de 7.845 metros de asfalto y vías de tren.